miércoles, 4 de noviembre de 2009

Ciudades

Las ciudades (foris-burgus) eran escasas, pero libres. Inmersas en los territorios de un feudo, pero estaban compuestas por mercaderes errantes, viajeros y obreros pagados, que habitaban en los faubourgs (arrabales) o portus (puertos). En general, eran hijos de campesinos que para aliviar la carga económica de sus padres debieron abandonar sus tierras. Recordemos que había áreas muy pobres y sobrepobladas. Decidieron llevar una vida de hombres libres y existir bajo sus propias leyes.

Las urbes desarrollaron tempranamente un Ius Mercatorum, o Derecho Comercial propio. Los mercaderes elegían árbitros entre los piepowders (viajeros de pies polvorientos), para dictar sentencias en base a un sistema jurídico basado en el Derecho Internacional.

Pronto se hizo necesario proteger sus viviendas, así que decidieron construir grandes muros. Esto se financiaba de dos formas: con las multas que imponían los tribunales urbanos (véase arriba), pero principalmente gracias al sistema de cuotas proporcionales al ingreso que se amasaban para fines comunes.

Los señores laicos eran benévolos con los comerciantes que se establecían en sus tierras, y les permitían llenar sus arcas a gusto. Los obispos, en cambio, eran brutales. Hubo numerosas insurrecciones contra los obispos que se establecían en las ciudades o en los que dominaban feudos bajo los abusivos principios de la jerarquía eclesiástica.

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